Llegamos sobre el filo de la media noche a la estación de trenes de Seúl. Hacía pocas horas habíamos aterrizado y era nuestra primera vez en el país asiático. Teníamos en la mano el mapa que mostraba cómo llegar al departamento que habíamos rentado, y aunque las indicaciones precisaban que estábamos cerca, el cansancio y la oscuridad no ayudaban a orientarnos.
Los niños más agotados que nosotros empezaron a desesperarse. Se acercó el único taxista del lugar quien aprovechando la situación quiso cobrar una tarifa exorbitante para llevarnos. De repente, escuchamos una voz que en un castellano perfecto preguntó: ¿Tienen algún problema? El taxista huyó de la escena y quedamos en medio de la noche con este personaje misterioso que salió de la nada.
Era un coreano en sus treinta, vestido con impecable traje oscuro de corbata y una mochila en la espalda. Observó por unos segundos el mapa; dijo que estaba a quince minutos caminando y se ofreció a acompañarnos. En el recorrido contó que había estado en México aprendiendo español y se sentía feliz de poderlo practicar.
Le pedí que paráramos en una tienda para comprar comida para mis hijos. No solo me ayudó a encontrar lo que necesitaba, también quiso pagar la cuenta pensando que no habíamos cambiado dinero. Saliendo del almacén tuvimos que cargar a los niños quienes ya empezaban a dormirse, así que este hombre tomó nuestras pesadas maletas para que nos ocupáramos de ellos, y las transportó por una calle cuesta arriba.
Finalmente llegamos al edificio, y como el acceso era confuso, llamó al propietario para que le explicara cómo debíamos entrar. No se quiso ir sin asegurarse de que estábamos adentro.
Al despedirse me entregó una tarjeta de presentación para que lo contactara en caso de necesidad. Desapareció en la oscuridad de la noche. Cuando leí la tarjeta una extraña sensación erizó mi piel. Se llamaba Samuel, como el arcángel, y seguramente esa mochila en su espalda era el estuche de las alas. 🌸
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Linda nota .
Hay muchos Ángeles alrededor de nosotros yo me he encontrado varios 🙂
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Muchas gracias Patricia, si, ¡estamos rodeados de ángeles!
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Querida amiga…que alegria y sabes Dios no te deja sola y como tu dices el sabe poner a tu lado angeles que te sacan de apuros y te cuidan..que bien lo ocurrido y sobre todo que estan felices..abrazo
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Muchas gracias querida Luz Grecia, ¡tú también eres mi ángel!
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Maravilloso mi Paty, así como ustedes han sido Ángeles para muchas personas, Dios los mantiene rodeados para protegerlos donde quiera que estén. Un abrazo queridos compadres.
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Gracias querida Blanqui, ¡tú eres otro ángel en nuestra vida!
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Hermosa y conmovedora historia, gracias por compartirla con nosotros.
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Muchas gracias señora Sara, le mando un fuerte abrazo.
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Que elocuente y conmovedor relato, Patricia! Que generoso de corazón tu ángel Samuel! Gracias por compartir la inspiración que le entra a una al leer algo tan especial! xxx
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Muchas gracias querida María, te mando un fuerte abrazo.
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Hermosa historia. Tiene pasión y suspenso, en mi opinión muy corta, pero llega al corazón. Nayib Chabur.
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Muchas gracias Nayib, un honor tu comentario. Te mando un fuerte abrazo
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Hermoso y poético final.
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Mil gracias querido Hubert. Te mando un cariñoso abrazo
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