Llevando poco tiempo viviendo en Chile, y aún sin amigos locales, recibí un curioso mensaje en mi Facebook. Se trataba de un chileno llamado Vladimir Bohórquez a quien le había llamado la atención mi perfil. Él llevaba un tiempo buscando el origen de su “extraño” apellido y haberlo encontrado en alguien que no fuese de su núcleo familiar le hacía sospechar que teníamos algún parentesco.
Su sorpresa no fue menor cuando le expliqué que yo era una colombiana recién llegada a Santiago, sin ningún nexo con el país austral y que en Colombia mi apellido ocupaba media guía telefónica.
Gracias a Vladimir entendí que en Chile los que aparecen en buena parte del directorio son los Borquez, y a cuenta de ello tuve que resignarme a que mi apellido fuese escrito y pronunciado incorrectamente por cinco años.
La curiosidad de Vladimir fue la mejor excusa para seguir intercambiando mensajes. Habrían pasado apenas unas semanas después de esa primera conversación, cuando mi amable «tocayo» me invitó a su ciudad natal: Valdivia, ubicada a 850 kilómetros al sur de Santiago, y rodeada por caudalosos ríos y lagos.
Ya por esos días empezaba a planear mis primeras vacaciones, así que la propuesta del viaje sonaba bastante bien. Vladimir es un enamorado y gran conocedor del sur de Chile, y vaya que tiene motivos para estarlo: su región es de los lugares más bellos del país. Mi «homónimo de apellido» me ofreció alojarme en su casa para que de allí siguiera el recorrido hasta la Patagonia argentina.
Me vi en aprietos explicándole a mi marido que quería aceptar la invitación de un chileno que había conocido por Facebook. Mi esposo estuvo de acuerdo con el viaje, con la condición de que no nos quedaríamos en la casa de Vladimir sino en un hotel.
Llegó el día del encuentro y los ofrecimientos de Vladimir nos sorprendían cada vez más. Dijo que nos recogería en el aeropuerto, pero insistimos en que no era necesario por cuanto habíamos rentado un auto. Vladimir decidió que nos buscaría en la oficina de alquiler.
Cuando llegó fue fácil reconocernos por nuestras fotos de Facebook y, aunque nunca lo había visto en persona, su presencia y carisma me resultaron tan familiares, que imaginé que podríamos haber sido parientes en otra vida.
Se ofreció a llevarnos a conocer la ciudad en el automóvil rentado, siendo él mismo el conductor y guía para que pudiéramos disfrutar del paisaje. A pesar de la insistencia para que nos quedáramos en su casa, le pedimos que nos recomendara un lugar para alojarnos. Aceptó con la condición de invitarnos a cenar.
Fue así como después de dejar nuestras maletas en el hotel, llegamos a su parcela donde nos recibió con vino y preparó un exquisito salmón mientras charlábamos con su esposa. Después de la cena, dibujó un detallado mapa cuyo recorrido empezaba al sur de Valdivia, pasando por Osorno, Puerto Varas, Puerto Montt, Villa la Angostura y Bariloche, y terminaba al norte en Pucón cruzando por Villarica. Nos explicó con suma precisión las rutas y los sitios para conocer. Nos aconsejó especialmente visitar dos lugares: Frutillar en la Patagonia chilena y San Martín de los Andes en los Andes argentinos. Para nuestra sorpresa, estos pueblos de ensueño resultaron ser lo más lindo que hayamos visto.
Varíos días después volvimos a su casa para despedirnos antes de nuestro regreso a Santiago. De nuevo nos recibió con su tremenda hospitalidad y nos dijo que lo visitáramos cuantas veces quisiéramos.
Aunque esa fue la última vez que lo vi, el contacto continúa con el paso de los años. Siempre que puedo le expreso mi gratitud por sus grandiosos consejos de viaje, por su amistad, pero sobre todo por haberme enseñado que lo que reza la popular cueca chilena es verdad: «campesinos y gentes del pueblo te saldrán al encuentro viajero, y verás como quieren en Chile al amigo cuando es forastero». 🌸
Bella nota!!! Debes poner en tu descripción: «Periodista de corazón!!!!». Siempre te recordaremos en Chile quienes compartimos contigo, en mayor o menor intensidad….
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Muchas gracias querida Alejandra, yo también los recuerdo mucho. Una parte de mi corazón se quedó allá. Te mando un fuerte abrazo.
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Felicitaciones Patricia! Una linda historia. Es muy grato sentirse bien acogido en tierra extraña. Por favor… no dejes de escribir.
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Muchas gracias Esperanza.
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Lo releí y me encantó, nuevamente!! Felicitaciones!
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Gracias querido Eddy. Un fuerte abrazo
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